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jueves, 23 de agosto de 2012

Cómo superar las dudas de la competición


¿Intimidado por tu primera carrera, los recorridos duros o los ritmos rápidos? Aquí tienes la solución.



Todo corredor pasa por momen­tos de dudas, y eso no siempre es malo. Preguntarte si estás prepa­rado para correr un maratón re­fleja una sana conciencia sobre el desafío al que pretendes enfrentarte, sobre todo en los comienzos de tu preparación. Si no has entrenado debidamente, tus preocupacio­nes resultan válidas.
Pero otras dudas (so­bre todo las provocadas por influencias exteriores) pueden crear un sentimiento de intimidación contraproducente. Estas dudas van echando sus raíces en lo más profundo de tu cabeza y se ramifican en emociones negativas, según los mejores psicólogos deportivos. La demanda de es­fuerzo puede ser alta, pero hay que ser realistas y no plantearse una reflexión seria al respecto.
Sentirte intimidado es asumir que no tendrás los recursos para satisfacer esa demanda. El estrés orientado hacia el fracaso puede causar multitud de problemas: puede tensionar los músculos favoreciendo las fatigas y dificultando la coordinación, tanto que puedes perder tu zancada habitual, distraerte de tus metas y socavar tu fuerza mental.
Aquí tienes unos cuantos consejos para superar las principales fuentes de intimidación y dar lo mejor de ti sin ser presa de las dudas.

CORREDORES MÁS RÁPIDOS
Están por todas partes: en la salida, en el recorrido, entre tus colegas... No pienses sólo en el tiempo de los demás, aprovecha sus logros para inspirarte. Muchas veces puedes sentirte un gamo dentro de tu gru­po de entrenamiento, pero si te juntas con gente de más nivel pasas a considerarte alguien con nula capacidad para generar velocidad.
No tienes por qué deprimirte en estos casos, todo lo contrario: considéralo una fuente de motivación. En poco tiem­po, nosin trabajo duro, te irás acercando poco a poco a tus nuevos amigos y, lo que es más importante, mejorando como co­rredor. Y si no puedes llegar a manejar sus ritmos, al menos deja de hacer compara­ciones y concéntrate en la verdadera satis­facción de correr de la manera más rápida que tu cuerpo te permita.

UN RECORRIDO DURO
Lo más normal después de lograr un objetivo es plantearnos otro un poco más difícil. Por ejemplo, si completamos un maratón llano no tarda­remos en preguntarnos cómo respondería nuestro cuerpo en recorridos duros, sinuo­sos, del estilo del de Madrid o Nueva York. Muchas veces los principiantes piensan que sólo tendrán una oportunidad de de­mostrar su valía y, si no lo consiguen, abandonarán para siempre.
Pero no hay que dejarse llevar por las primeras impre­siones o lo que nos hayan contado sobre un determinado circuito. En lugar de eso, hay que entrenar duro. Si hay cuestas, pues ire­mos introduciendo cuestas en nuestros rodajes paulatinamente (ahora, con los GPS, no nos será difícil planificar trazados rompepiernas en las cercanías de nuestro domicilio). Si ves que la cosa se te hace muy cuesta arriba (nunca mejor dicho) prueba a repetirte mantras: “Por aquí subo yo por mis narices”, “Esto no es una cuesta,s es una tachuelita” y cosas por el estilo.

GENTE QUE ENTRENA MÁS
Deshazte de la culpa de tu presunta fal­ta de dedicación concienciándote de que tu entrenamiento tiene que reflejarse en tu vida y no en la de los demás. Además, las necesidades de entreno son diferentes para cada individuo y dependen de las metas de cada uno.
Si de verdad no estás contento con los resultados tendrás que cambiar tu entrenamiento, pero no machacarte más o realizar el plan de otro. Y recuerda lo que sostienen todos los expertos consultados: “Ningún método para ganarautoconfian­za sirve si no has entrenado”.

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